En esta lección, a modo de conclusión, observamos las complejas relaciones que se establecen en el gran ecosistema de la tierra.
El sistema tierra está en contínuo movimiento. La atmósfera, la hidrosfera y las tierras emergidas interactúan en distintas escalas temporales y espaciales generando las variaciones climáticas, las estaciones, la diversidad de la vegetación, los casquetes glaciares, las corrientes oceánicas calidas y frías, la deriva de los continentes.
El funcionamiento del sistema tierra varía en el tiempo y en el espacio: ciertos procesos duran unos segundos, otros miles de millones de años. Unos tiene lugar en un punto determinado, otros afectan al conjunto del planeta. Por ejemplo, los terremotos se producen instantáneamente, pero su energía proviene del lento movimiento de las placas terrestres, que se desplazan en diferentes direcciones a razón de unos centímetros al año, deformándose en sus bordes. La acumulación de esta energía, producida por esta deformación provoca temblores de tierra y erupciones volcánicas.
La existencia de la biosfera afecta de manera importante a la composición de la atmósfera, que es muy distinta de la de hace 3000 millones de años, cuando la vida aún no existía en la tierra. Hoy en día, todos los componentes de la atmósfera participan, junto con los océanos y la superficie terrestres, en ciclos en los que intervienen procesos físicos, químicos y biológicos.