En esta lección comprenderemos semejanzas y diferencias entre eficiencia y ahorro energético. Examinaremos además cuáles son las principales medidas para ahorrar energía y utilizarla más eficientemente en las prácticas cotidianas y en el hogar.
La eficiencia energética es una práctica que tiene como objeto reducir el consumo de energía. Los individuos y las organizaciones que son consumidores directos de la energía pueden reducir el consumo energético para disminuir costos y promover sostenibilidad económica, política y ambiental. Los usuarios industriales y comerciales pueden desear aumentar eficacia y maximizar así su beneficio.
El ahorro energético y la eficiencia energética se definen como el acto de efectuar un “gasto de energía menor del habitual”, es decir, consiste en reducir el consumo de energía mediante actuaciones concretas, pero manteniendo el mismo nivel de confort.
El ahorro energético conlleva un cambio en los hábitos de consumo; en ocasiones bastaría con eliminar los hábitos que despilfarran energía. Ahorro energético es, por ejemplo, apagar las luces al salir de una habitación; la luz encendida en una habitación vacía no produce ningún beneficio y, sin embargo, está consumiendo energía.
La eficiencia energética es el hecho de minimizar la cantidad de energía necesaria para satisfacer la demanda sin afectar a su calidad; supone la sustitución de un equipo por otro que, con las mismas prestaciones, consuma menos electricidad. No supone, por tanto, cambios en los hábitos de consumo (el comportamiento del usuario sigue siendo el mismo), pero se consume menos energía ya que el consumo energético para llevar a cabo el mismo servicio es menor.
Eficiencia energética es, por ejemplo, utilizar una lavadora de “clase energética A” (la que menos consume) en lugar de una lavadora de “clase energética G” (la que más consume).
Las medidas para lograr el ahorro y la eficiencia energética se pueden clasificar en función de su temática en:
Estas medidas se pueden dirigir tanto hacia los sectores relacionados con la generación de energía (gestión de la oferta) como a los sectores que consumen la energía (gestión de la demanda): doméstico, PYMES, industrial, escuelas, edificación, hostelería, etc.
El consumo energético de una vivienda se puede reducir a través de una construcción bioclimática, la elección de equipos de calefacción, electrodomésticos e iluminación más eficientes y la modificación de los hábitos de consumo de sus habitantes.
Calefacción y agua caliente
La calefacción puede ser objeto de ahorro de energía principalmente con hábitos de consumo tales como un uso racional del mismo. El ahorro de energía puede producirse bien por la correcta elección de una caldera eficiente, o por el correcto aislamiento térmico de las habitaciones.
Respecto del agua caliente puede emplearse también como ayuda la energía solar térmica, mediante uso de sistemas de almacenamiento de energía que retengan el calor para que el agua caliente esté disponible la mayor parte de tiempo posible.
El empleo del agua caliente se realiza en la vivienda bajo ciertas ocasiones muy específicas como puede ser la ducha, o el baño, limpiando los platos y la cubertería, etc. En todos ellos se aconseja:
Emplear agua caliente sólo cuando se necesite, al lavar no siempre se necesita.
Hábitos de la calefacción
Se debe tener presente que una temperatura para un hogar está entre los 19 y los 21 °C por el día, y 15 a 17 °C por la noche, cada grado aumenta el consumo en un 7 %.3 Con estas consideraciones se aconseja:
Adecuar el vestido en el domicilio con las condiciones de temperatura, se pueden emplear edredones, mantas y prendas similares.
Vigilar el aislamiento de las habitaciones, impidiendo fugas de calor o entradas de aire frío procedente de ventanas abiertas.
Electrodomésticos
Se debe evitar una apertura excesiva del refrigerador: enciende y apaga el motor, y esto aumenta el consumo; se suele decir: «es mejor una vez mucho, que muchas veces poco».
Iluminación
El empleo de bombillas de bajo consumo supone un ahorro.
La iluminación eléctrica en las viviendas suele suponer entre el 18 % y el 20 % del consumo doméstico, en algunos casos basta con una actitud preventiva adquiriendo por ejemplo bombillas de bajo consumo, poniendo múltiples fuentes de luz de bajo consumo en lugar de uno, aumentando la superficie de las ventanas.
Para ahorrar basta con adquirir hábitos, como por ejemplo:
Apagar luces en estancias donde no se habite.
Emplear una fuente de luz eliminando las fuentes luminosas redundantes
Si se dispone de la opción abrir ventanas y emplear la luz natural en lugar de la artificial.
Eficiencia de energía doméstico
La eficiencia energética está determinada por las medidas de carácter tecnológico. Éstas están encaminadas a disminuir el consumo energético a través de la introducción de mejoras o cambios en los procesos, en equipos de generación de electricidad y aparatos eléctricos.
La etiqueta energética distingue 7 clases energéticas distintas, que van desde la letra A en color verde (para el aparato más eficiente de su clase) hasta la letra G en color rojo (para el aparato menos eficiente). Los electrodomésticos que han de tener el etiquetado energético son:
Las distintas clases energéticas se establecen en función de que su consumo sea mayor o menor que el consumo medio de los aparatos tradicionales.
Para los frigoríficos y congeladores se han aprobado 2 nuevas clases más exigentes que la clase A: la A+ y la A++.