En esta lección analizaremos cómo la disponibilidad de energía es fundamental en la sustentabilidad de las sociedades humanas.
Repasando la historia y a través de las vastas extensiones del planeta Tierra, podemos afirmar que los humanos fueron muy versátiles en su capacidad de adaptación a una casi inacabable variedad de flujos de energía y sistemas ecológicos. La humanidad desarrolló mecanismos sociales que hicieron posible cambiar sus culturas y responder efectivamente como grupos, lo que hizo posible que las civilizaciones pudieran existir en varios lugares usando las diversas combinaciones de energía que le provenían de la producción básica fotosintética de los sistemas ecológicos de los mares, lagos, praderas y bosques.
Los primitivos registros de la vida humana indican que la humanidad ocupaba al principio tan sólo una pequeña parte de estos sistemas ecológicos, asumiendo cada vez más un papel más importante. La versatilidad humana fue el medio por el cual se expresaron los principios energéticos.
La cultura humana se convirtió en una parte más —realmente, en una parte con capacidad de control— de la actuación de la tierra, y de las plantas en los ciclos minerales. La humanidad se convirtió en participante, junto a otros seres vivos, en la función de las tierras y en el agua. En el transcurso del tiempo, el hombre se convirtió cada vez más en administrador de sus ecosistemas, aunque ello le creaba una dependencia de aquellos ecosistemas que mantenían su existencia. Al estar más involucrada en los flujos de energía, la humanidad cada vez más ha sido capaz de ayudar o perjudicar sus propias bases de existencia. Ya que el hombre y su cultura son componentes de la naturaleza y están sujetos a las mismas leyes de energía, nuestra existencia depende de los flujos de energía.
Las complicadas interacciones en nuestras fábricas, granjas y demás actividades humanas implican combinaciones de flujos energéticos en varias formas. Hasta los procesos de información, como los libros y la televisión, implican un tipo u otro de energía necesaria para mantener y transmitir información. Frecuentemente la energía necesaria para algún trabajo útil se obtiene muy lejos del mismo trabajo final. La energía eléctrica que empleamos para usos domésticos y alumbrado usualmente procede de grandes centrales situadas a muchos kilómetros de distancia. Frecuentemente no nos damos cuenta de hasta qué punto nuestra vida se fundamenta en una gran cantidad de energía.