En esta lección analizaremos la «practica de las R»: reducir, reutilizar, reparar y reciclar también son formas de ahorrar energía y hacer los ciclos productivos mas sustentables.
La naturaleza es, por definición, cíclica. No existe ningún desperdicio en el mundo natural que no suministre alimento a otro sistema viviente. La putrefacción, las hormigas, los gusanos, los sapos, los ácaros, los líquenes, varios miles de plantas, invertebrados, aves, reptiles y mamíferos conviven de manera que cada uno se beneficia de algún modo de la vida del otro.
Cualquier proceso vivo genera deshechos y lo entrega a otro reino que lo utiliza como alimento. El árbol entrega sus hojas a los hongos. El deshecho del animal es alimento para las bacterias. El deshecho de la bacteria es alimento para el alga. Este pensamiento es clave para convertir la escasez en abundancia y aceptar a la vez las leyes y limitaciones de la naturaleza.
Existe una práctica cotidiana que podemos realizar para ahorrar energía y volver a utilizar los flujos de energía una y otra vez. Es la práctica de la «erre».
REDUCIR.
Puedes reducir la cantidad de embalajes llevando una bolsa de compras, comprando a granel y apoyando el comercio local.
REUTILIZAR. Se pone muy poco énfasis en la reutilización, confundida con el reciclaje. Se trata del “siguiente mejor uso” que se le puede dar a un objeto, atrapando su energía a cada paso de su degradación.
Puedes utilizar los circuitos de segunda mano.
REPARAR. En otras épocas reparar era usual y necesario. El mantenimiento de maquinarias y edificios es energía reintroducida que evita la degradación.
RECICLAR. El reciclaje implica más energía pues es necesario degradar activamente un material a sus constituyentes más básicos. Por ejemplo, el reciclaje de una botella de vidrio requiere energía para derretir y remodelar el vidrio en una nueva botella. Generalmente, es preferible reutilizar la botella.